Siempre me da miedo volver a escribir, siento
que al dejar de hacerlo, pierdo la gracia, el empuje, la práctica.
Cuando escribo me siento un poco, y solo un
poco, como un músico y en específico como un pianista. Me encanta solo dejarme
llevar por el ritmo de mis ideas y mi noción de música interna. Es exquisito sacar a relucir mi poco léxico florido
y, me satisface aún más, darme cuenta que deseo inexorablemente ampliarlo.
Nunca sé que decir… corrijo… nunca sé cómo
expresarme. Imagino que no soy el único que se siente así, y por eso mismo,
infiero que muchas personas, al sentir esta impotencia, realizaron mil y una
iteraciones de silabas, hiatos, diptongos, triptongos y quien sabe que otra
herramienta fonética-gramatical, para poder crear una palabra que expresara su
sentir.
Crear palabras es más que un arte, es una
necesidad, una liberación, es un encantamiento que ahora lo conjuro y lo
conjugo con mi teclado, mi pantalla y el resto de periféricos e intangibles con
los que convivo.
Escribir, no es solo crear y recrear palabras.
La escritura consiste en la recreación y la creación de un imaginario que nace
de la realidad. Consiste en ideas, y, las ideas no solo deben de escribirse
sino que deben ¡GRITARSE! Este grito es el
que me motiva, es mi compromiso personal y colectivo. Este grito es mi “obligación”. Callarlo no es una opción.
Escribiendo es la forma en la cual invoco hasta
el más profundo de mis sentimientos. Es mi música. Bailo, danzo, salsa,
merengue, verdad, mentiras, tragedias, amor, vals, tango, odio, rabia, punta,
disco y sigo bailando. ¿No se nota mi alegría? ¡Claro que sí! Ustedes la
sienten, yo la siento, la grito y la
bailo. Esto e una fiesta… ¡Eso es! Escribir es una fiesta en la que las ideas
son las invitadas y son las encargadas de la música. Pasean por todos mis
dedos, cada tecla suena por una emoción y por una idea.
Hoy escribo, ya qué mañana no se si pueda. Y
hoy, quiero expresarme, porque quiero que me conozcas, que indagues, que me
juzgues, que me vivas. Hoy con estas palabras quedo en ti, en el lector. Contigo,
lectora o lector, estas palabras al fin son correspondidas. Gracias, mil
gracias, por conocerme, por leerme, por interesarte y por corresponderme.
…este día cambio por completo, este día duermo
a gusto ya que hoy volví a escribir, volví a vivir.
Hola Eduardo, buena publicación sobre escribir.
ResponderEliminarSe siente a flor de piel tu pasión por escribir, sólo faltas las primeras lineas para notarlo. En sí tienes razón, escribir no es sencillo, puede parecer increible que se gasten horas en una frase de unas cuantas palabras pero el deleite de esas frases es indescriptible pero entendible para los amantes de la lectura y escritura.
Por otro lado, al escribir te exijes más que cualquier critico, no te permites errores en las publicaciones (claro que los habrán de vez en vez), esto para ser tomado en serio.
Finalmente, el que alguna vez sintio el deseo de escribir... contrario a disminuir aumentara su devoción.
Saludos,
Ernesto Guzmán