jueves, 27 de octubre de 2011

Brisa de Octubre

-¿Vas para la U?
-Mmm no, pero paso cerca. ¿Por qué?
-Para ver si me dabas ride. Vivo ahí una cuadra antes del semáforo, el que va a salir por la iglesia, ahí por los licuados.
-Ahhh ya ya, chivo no hay problema venite conmigo; ¿Quién mas va para allá abajo? -ojalá que nadie así me voy solo con ella-.
-¡Danos ride a mí y a aquel maje a la U!, es que tenemos clases de emprendedurismo; que weba ir a clases. Tal vez nos quedamos por ahí cerca, igual esa materia es pura paja.
-Va esta bueno. Apues mira los voy a pasar dejando a ellos primero ¿no hay problema vea?
-Para nada.

En el carro íbamos hablando de como había estado el entreno, las expectativas que teníamos con la final y de amigos que no estaban. Tras quince minutos ya se habían bajado los dos "mata trip". Pensandolo bien me hicieron un favor, con esos dos a la par seguro sobresalía, más de la cuenta -espero-. 


La fui a dejar, y me despedí como aquel que no quiere irse. Trataba de encontrar una leve señal, esa clave en sus gestos, miradas, sonrisas o en lo que me decía, que una vez descodificada dijera algo como: "salgamos, platiquemos, no te vayas, te quiero". 


La búsqueda fue en vano, hasta el preciso momento en el que ella cerró la puerta
-Mira, si vas a entreno mañana ¿crees que me podes dar ride? es que no quiero faltar. Siempre necesito hacer algo bueno por mi día.
-Si vos, con gusto. ¿Paso por aquí mismo o como le hacemos?
-Yo te hablo, creo tengo tu número, salu.

Termino de decirme eso y se fue, vivía como a cien metros de donde la deje. Y la vi en su caminar al ritmo del Blues mas pegajoso que alguna vez oí.  Me quede con las luces intermitentes haciendome como el que busca algo y no lo encuentra, solo para hacer tiempo y mirarla de reojo. Quería verla, era un show. En mis adentros estaba reventando "cuetes", como parroquia de pueblo en Domingo de Resurrección, solo por saber que seguro la veo mañana.

Ese fue el inicio de una historia que algún día la escribiré completa. Hoy solo quiero recordar ese octubre, esos aires de cambio ese sentimiento de libertad y aventura que esta mujer me dio.

Fue una aventura, una de aquellas historias que queremos que nos pasen, de aquellos amores que te dan alas y, pese a lo efímero que deben ser, no dejan un mal sabor de boca. Fue un romance de octubre.

Era la mujer más independiente que he conocido, ella no le tenia miedo ni al compromiso ni a la falta de este. Sabía lo que quería y por eso nunca la pasaba mal. Era demasiado alegre, sincera, sencilla pero misteriosa; la combinación perfecta. Sabia que me decía la verdad, pero también sabias que omitía mucho. Omitía cosas pero nunca fue importante, era demasiado perfecto lo que teníamos.

"The Wall" fue el soundtrack del mes. Pink Floyd y sus intros silenciosos de treinta segundos por canción eran y siguen siendo buenísimos para imaginar las utopías de enamorados o idealistas; que rico que soy un poco de cada uno. Este álbum lo gozo de manera especial: lo vivo.

Fotografía: Ricardo Flamenco
,http://www.flickr.com/photos/carelo_photography
Recuerdo una noche, que hacia un frío de los que solo se sienten en octubre. Era tanto el viento, que obligaba a toda pareja -sin importar su composición- a buscar calor entre ellos. No daban ganas de salir pero ambos queríamos probar que el viento no nos iba a detener. Ibamos caminando, lado a lado, hablando por momentos y callando por ratos, nos encontrábamos por las calles de la Nueva Teresa. En nuestro andar siempre  procure quedar a la orilla de la calle ya que es una gesto de caballerosidad -mi padre me inculco una amplia gama de estos-. Lado al lado nos propusimos que el viento no pasaría entre los dos. Ibamos como enredados, desde las manos hasta los hombros, no se ella pero yo iba con una sonrisa de niño en su primer día de vacación. 


Yo era feliz y eso bastaba para ella, siempre creí que veía en mí un niño bueno y tierno, aunque yo tratara de aparentar lo contrario. Verme así de feliz se que le agrado. Es de la felicidad que se irradia rápido.  
 
A pesar de que ya habían pasado repetidos encuentros, bien recuerdo una vez que todavía no creía como o por que ella se fijó en mí y mucho menos que le gustará estar cerca mío, por lo que le pregunte 
¿Mira... como va todo entre nosotros, estamos bien, queres que mejore en algo?, no se decime
Casi casi le estaba pasando un formulario de quejas y reclamos. Nunca imagine lo que me iba a contestar, no estaba en mis planes, solo dijo:
-¿He dicho que algo esta mal?
-No.
-¿Entonces?
Y se dirigió a mis hombros y me abrazo. El frío y el viento que grandes amigos son para estos eventos.

Lo nuestro no tenía hora. Ella era como el sol, me hacia despertar cada vez que la veía. Once de la noche y empezaba nuestro convivio. Otros días por la mañana estábamos escribiendonos, no éramos nada cursi ni controladores solo nos gustaba suspirar con el otro. Lo que acabo de escribir suena extraño, suena a pretensión mía por sonar interesante escribiendo cosas que ni tienen sentido solo para que se lean rebuscadas e importantes, pero no. Ella así era. No era terrestre, era celestial. Me cuesta creer como no tenía alas, pero no por hacerle cliché a lo angelical que era o a la propaganda del toro rojo. Ella volaba, en todo. Una gracia que la rodeaba. Me siento hasta pasmado para escribir su recuerdo. Me ataranto. 

Perdonó imprudencias como las de un amigo que una vez la presento a otros como mi novia, cuando no era un termino que alguna vez se nos cruzo. Perdonaba la voz tímida que por momentos se me salía, esa voz que de hombre no tiene nada, que no inculca ni el mínimo gramo de testosterona, aquella que yo me esforzaba por disimular, ella lo perdonaba y lo percibía como lindo, me sentía el niño gordito que fuí me sentí cómodo.

Si me pongo a recordar cada momento no terminaría de redundar en lo bueno que era. No la he descrito ni pretendo hacerlo, este recuerdo es mío y solamente mío. Les comparto el sentimiento nada más.
 
Por antonomasia lo nuestro tuvo que acabar, nadie dijo nada solo acabo. La Vieja Señora y una extraña oferta familiar me separaron, luego su Tío le hablo, le ofreció cielo y tierra; más que eso, le prometio alejarla de sus únicos problemas, aquellos que le pesaban y de los que no hablábamos mucho.
 
Ella voló y fue ahí donde supe que era una brisa, en todo el sentido de la palabra. ¿Como pude obviarlo? Todas las señalas estaban ahí. Era dulce y fresca, una mano amiga cuando las cosas están estancadas, alejó de mí una nube de arrepentimientos y dudas, era graciosa y femenina -justo así como imagino las brisas-, siempre libre sin nada gravedad alguna que la hiciera caer, tomaba vuelo adonde quisiera y por los motivos que fueran, era una fuerza de la naturaleza y un amor que pasa pero nunca se olvida; ella fue y seguirá siendo libre, ella fue y seguirá siendo una brisa en mis vientos de octubre.

jueves, 20 de octubre de 2011

Derecho de piso

En muchas ocasiones y desde que intento hacer algo extra en mi vida, he oído la frase "hay que pagar derecho de piso". La primera vez que la oí fue en la connotación de consejo que mi padre me daba. El me dijo que no me desesperara por alcanzar inmediatamente el éxito, que todo iba a llegar a su debido tiempo, mas sin embargo me aclaro que a pesar que el éxito no viniera eso no quería decir que iba a dejar de buscarlo. En ese momento el éxito era quedar en el equipo de basketball de quinto grado. Me dijo que "podía ser que pagara derecho de piso" -mi padre ha sido siempre especial conmigo, sabia que la vida me iba a dar una lección pero no quería dejarme ir el "portazo" tan duro-.

En efecto, el tuvo razón y pague derecho de piso, quede en el equipo ya que realmente no quede en el equipo pero tras un insípido merecimiento -eran 10 y habíamos 2 más que queríamos jugar, el cupo era de 12- conseguí mi camiseta que me hacía jugador nominal del equipo.

Luego me toco pagar derecho de piso con el amor. En este no recibí mucho consejo pero porque siempre fui demasiado reservado. En octubre del 99 -mismo año que la experiencia con el equipo- un amor de colonia floreció en mí.

Era la niña más linda que había visto, en ese momento era mucho más alta que yo, era muy femenina, bastante inteligente y, que decir, tenía una cara de ensueño -salió la sonrisa que siempre trae su recuerdo-.

En esta ocasión no descubrí que pague derecho de piso sino hasta meses después del suceso. Ella había migrado a EEUU y desde allá mando una carta a puño y letra -práctica que actualmente hemos discontinuado por no creer que la perdimos-. En la carta mandó saludos a todos los del pasaje, les dedicó palabras de cariño y aliento y luego, cuando era mi turno de la afectuosa dedicatoria, solo me dijo una frase: "Al niño negrito que vivía enfrente, espero nunca volverlo a ver" ¡¿Que hice yo?! ¡¿Porqué tanto odio de unos niños de 10-12 años?!

Tras ese episodio busque asesoría, esta vez en mi madre. Me aboque a ella ya que me había dado un consejo para el amor: "Tratá a la niña que te gusta como tu mejor amigo", un consejo muy cierto pero lastimosamente llego a un error !!!FATAL!!!. Pobre niño descontextualizado, el que solía y muchas veces suelo ser.

Un niño de esa edad trata a su mejor amigo como la peor persona del mundo, es en el con quien se aprende a usar las malas palabras, al que le escupís y buscas emplear todo el repertorio de mañas, golpes, trucos que has visto en la tele o que tus primos te han enseñado por buenos, malos o estúpidos que sean. Por tanto -y para no darle largas al asunto- hice exactamente eso con ella. Lo cuál llego a un "espero nunca volverlo a ver" y a pagar otro derecho de piso uno con el amor y con la contextualización -por cierto no los he dejado de pagar-.

En fin uno de los más recientes pagos que hice fue al empezar a trabajar. Que te digan "hayyy niño, es que en el trabajo la cosa es así" "ya no estamos en la U, aquí tiene que ser más chispa no busque inspirarse: haga!". Todas esas frases que me dijeron sirvieron y tienen toda la razón.

En el trabajo llegue como todo joven economista de la UCA que llega a un lugar: Con ganas de cambiarlo todo porque siempre hay una mejor y más ética manera de hacer las cosas. Casi casi que llegue y quería organizarnos en un sindicato para exigir mejores derechos y ofrecer una mejor calidad de trabajo basado eficiencia y productividad a través de la innovación tecnológica pero sin que llegaran a tocar un cinco de nuestro salario.

Esas eran ideas que todavía persigo, pero la experiencia me da contexto. Aprendí que por mucho que quiera innovar y cambiar las cosas no podré a menos que las viva y las conozca de primera mano. ¿cómo cambiar un proceso si no se que es lo que hace bien o mal para el funcionamiento de la empresa?.

La mera observación no siempre es la mejor herramienta para alguien que busque cambiar su realidad. Es experimentando en carne propia cuando de verdad podemos dar nuestra opinión acerca de algo.

Que difícil aprender esto a esta edad y siendo un estudiante de economía que ha vivido planeando la utopía durante 6 años. Es hasta que somos honestos y aceptamos que vivimos en una realidad bastante lejana al origen del problema cuando podemos tomar nuevas decisiones, evaluarnos y seguir adelante con nuestro plan de vida o modificarlo.

Me pica la lengua por hablar en plural pero no se puede, hablo solo por mí -quien se sienta identificado que hable-. Soy una persona del decil más rico de la población, se que hay una gran diferencia entre el centil uno y los 99 restantes -comentario que abunda allá en el #OccupyWallStreet- y se que mientras no vaya al interior del país a convivir y pasar lo mismo de lo que pasan las personas que tienen un ingreso menor a $2 diarios no podré hacer algo para que cambia su realidad de raíz. Ahora entiendo el insulto/comentario de los estudiantes de la UES: "los pequeños burgueses de la UCA". Miremos a todos nuestros políticos que, a pesar de que pueden provenir de las realidades mas humildes -hago incapie en el pueden- ahora están tan lejos de ella en su despacho de la Asamblea o Ministerio que no se acuerda bien cuales son los problemas.

Si quisiéramos resolver el hambre y la pobreza, que venga un pobre y un hambriento y nos diga que necesita. Si nos los cuenta un tercero, por muy científico que sea el análisis e interpretación, el mensaje entra a un filtro y se distorsiona. En fin jugamos al teléfono descompuesto.

El derecho de piso en este caso, lastimosamente no lo pagamos el decil más rico sino los más pobres. Acá equivocarse e ignorar la experiencia de otros no me perjudica sino que perjudica al otro, a aquel al que trato de cambiar la realidad por una mejor.

Soy duro conmigo mismo y me gusta aceptar mis errores porque ocultarlos no me trae nada. Conozco gente demasiado honesta, ética y congruente, que no imitarla sería desvalorizarlos. Psicólogos y psicólogas -en su mayoría- a los que en un momento tache de locos hoy son de mis mejores consejeros -y no porque les pago- ya que son amistades que he construido y me han sensibilizado y hecho entender que la congruencia entre mi mente y mis acciones me darán salud mental y emocional.

Espero que otros no paguen mi derecho de piso en los inicios de la vida laboral y que poco a poco cumpla mi objetivo, llegar, vivir, experimentar, analizar, proponer y mejorar la realidad de otros que sufren día a día las novateces, insensateces, sandeces y barrabasadas de los que vivimos en decil diez.