martes, 14 de agosto de 2012

Un objeto sin rumbo identificado.


Un objeto sin rumbo identificado.

Según las pocas nociones de física que tengo, se que al observar un objeto en movimiento uno debe de enfocarse en dos dimensiones: en su rumbo y en su velocidad. 

Hoy me siento identificado con esta premisa. Últimamente he estado enfocando en mi velocidad, nunca parar el ritmo de vida. Siempre estar en constante actividad. El reloj y el tic tac se convierten en una son de vida. Oír la segundera en los relojes me provoca ansiedad. Me imagino que algo así sintió el perro de Pavlov. 

Sin embargo, es tiempo de preocuparse del rumbo. Quiero preguntarme: ¿Estoy corriendo hacía lo que quiero? ¿Que quiero?, o más que querer ¿Qué busco? ¿Cuál es mi propósito?. 

La mayoría de mis amigos o están graduados (de licenciatura) o están graduándose. Muchos están trabajando, otros no. Algunos tienen rumbo, otros solo llevamos una velocidad. A todos mis amigos quiero preguntarles, ¿Para qué estudiaron? ¿Para qué trabajan? y ¿Es esto lo que esperaban tras los estudios universitarios?

Mi hermano es una de las personas más centradas, seguras y definidas que conozco. Es alguien que hace las cosas con un propósito y es un crítico de primera. El suele cuestionarse todos los aspectos de la interacción social. Es una persona que cuestiona: ¿por qué celebramos los cumpleaños?, ¿por qué los logros se comparten con quien muchas veces no estuvieron en el proceso de alcanzarlos?, ¿por qué es necesario llevar todo una ceremonia a la hora de comer?

En lo personal siento que cuestiona demasiado, y muchas veces lo mal interpreto, pienso que lo cuestiona solo para generar duda y poder evitar interacción, pero abriendo los ojos -y mucho más la mente- todas sus dudas son válidas. Ya que estos comportamientos reflejan acciones cada vez más instintivas y menos reflexionadas. 

Si no hay reflexión en lo que hacemos por lo tanto no es nuestro. Es de alguien más. Alguien más esta poniendo el ritmo de nuestras vidas. Pero ¿de quién? ¿quién está tocando el son del tic tac? ¿quien disfruta del son del tic tac? -Tal vez nosotros, los que lo bailamos-, pero ¿quién disfruta de vernos bailar? ¿quién es la mente maestra, que nos ha invitado a todos a ser parte de este son? 

Recientemente he visto “Baraka”, es una película -recomendación de mi hermano- que observa el rumbo de la sociedad e identifica los diferentes sones que nos mueven. Identifica que la sociedad no es idéntica y homogénea, que no es posible catalogarla solo como urbano y rural (como nos definen territorialmente las estadísticas). No somos pobres y ricos (como nos definen las corrientes económicas). No somos ni buenos ni malos (como nos define la iglesia). Somos diferentes, únicos, heterogéneos y propios, pero al mismo tiempo estamos prestados. Prestados al son y a la música de alguien que le gusta vernos bailar al tic tac. 

Pero hay quienes que bailan a sus ritmos, hay quienes todavía tienen tambores, gritos, cantos desafinados y grupales. Hay quienes la imperfección no les molesta. No les molesta que los ritmos no tengan un compás perfecto, medido con metrónomo. Hay quienes no se prestan y siguen siendo propios.

Darse cuenta que no tengo rumbo, es darse cuenta que llevas años y años con el mismo tic tac al que todos bailan. Es darte cuenta que has bailado y no has decidido con quien bailar, nos decidido la música, es más no has decidido entrar o no. Desde que naciste empezaste con el son. 

¿Les pregunto a mis amigos universitarios y a los no universitarios, vale la pena estudiar para seguir bailando el mismo son? ¿Vale la pena trabajar, para seguir tocando el mismo tic tac? O será hora de parar, ver que estamos prestados y recuperarnos. No es posible que nuestras vidas las defina las ideas de alguien más. Leer y reflexionar conllevan ideas muy propias, nuestras ideas. 

Y son nuestras ideas las que debemos seguir fomentando. Es nuestra realidad la que debemos seguir creando. Es nuestro son el que debemos seguir bailando.