miércoles, 7 de noviembre de 2012

Tango No. 3


Siempre me da miedo volver a escribir, siento que al dejar de hacerlo, pierdo la gracia, el empuje, la práctica. 

Me encanta pensar en la escritura y su representación antigua, en la que empuño mi lápiz, mejoró mi letra, tacho con borrador mis errores y admiró un papel que huele, vive y resguarda lo que ya escribí. Pero hoy en día, todo es muy diferente. Debo decir que, bajo la luz blanca que alumbra mi día desde las 3:00pm, solo abro Word, y me siento a digitar. Pero describir la forma en la que escribo como insípida no sería adecuado, ya que no lo es.

Cuando escribo me siento un poco, y solo un poco, como un músico y en específico como un pianista. Me encanta solo dejarme llevar por el ritmo de mis ideas y mi noción de música interna. Es exquisito sacar a relucir mi poco léxico florido y, me satisface aún más, darme cuenta que deseo inexorablemente ampliarlo.
Nunca sé que decir… corrijo… nunca sé cómo expresarme. Imagino que no soy el único que se siente así, y por eso mismo, infiero que muchas personas, al sentir esta impotencia, realizaron mil y una iteraciones de silabas, hiatos, diptongos, triptongos y quien sabe que otra herramienta fonética-gramatical, para poder crear una palabra que expresara su sentir.

Crear palabras es más que un arte, es una necesidad, una liberación, es un encantamiento que ahora lo conjuro y lo conjugo con mi teclado, mi pantalla y el resto de periféricos e intangibles con los que convivo.
Escribir, no es solo crear y recrear palabras. La escritura consiste en la recreación y la creación de un imaginario que nace de la realidad. Consiste en ideas, y, las ideas no solo deben de escribirse sino que deben ¡GRITARSE!  Este grito es el que me motiva, es mi compromiso personal y colectivo. Este grito es mi “obligación”.  Callarlo no es una opción.

Escribiendo es la forma en la cual invoco hasta el más profundo de mis sentimientos. Es mi música. Bailo, danzo, salsa, merengue, verdad, mentiras, tragedias, amor, vals, tango, odio, rabia, punta, disco y sigo bailando. ¿No se nota mi alegría? ¡Claro que sí! Ustedes la sienten, yo la siento, la grito y  la bailo. Esto e una fiesta… ¡Eso es! Escribir es una fiesta en la que las ideas son las invitadas y son las encargadas de la música. Pasean por todos mis dedos, cada tecla suena por una emoción y por una idea.

Hoy escribo, ya qué mañana no se si pueda. Y hoy, quiero expresarme, porque quiero que me conozcas, que indagues, que me juzgues, que me vivas. Hoy con estas palabras quedo en ti, en el lector. Contigo, lectora o lector, estas palabras al fin son correspondidas. Gracias, mil gracias, por conocerme, por leerme, por interesarte y por corresponderme.

…este día cambio por completo, este día duermo a gusto ya que hoy volví a escribir, volví a vivir.