jueves, 20 de octubre de 2011

Derecho de piso

En muchas ocasiones y desde que intento hacer algo extra en mi vida, he oído la frase "hay que pagar derecho de piso". La primera vez que la oí fue en la connotación de consejo que mi padre me daba. El me dijo que no me desesperara por alcanzar inmediatamente el éxito, que todo iba a llegar a su debido tiempo, mas sin embargo me aclaro que a pesar que el éxito no viniera eso no quería decir que iba a dejar de buscarlo. En ese momento el éxito era quedar en el equipo de basketball de quinto grado. Me dijo que "podía ser que pagara derecho de piso" -mi padre ha sido siempre especial conmigo, sabia que la vida me iba a dar una lección pero no quería dejarme ir el "portazo" tan duro-.

En efecto, el tuvo razón y pague derecho de piso, quede en el equipo ya que realmente no quede en el equipo pero tras un insípido merecimiento -eran 10 y habíamos 2 más que queríamos jugar, el cupo era de 12- conseguí mi camiseta que me hacía jugador nominal del equipo.

Luego me toco pagar derecho de piso con el amor. En este no recibí mucho consejo pero porque siempre fui demasiado reservado. En octubre del 99 -mismo año que la experiencia con el equipo- un amor de colonia floreció en mí.

Era la niña más linda que había visto, en ese momento era mucho más alta que yo, era muy femenina, bastante inteligente y, que decir, tenía una cara de ensueño -salió la sonrisa que siempre trae su recuerdo-.

En esta ocasión no descubrí que pague derecho de piso sino hasta meses después del suceso. Ella había migrado a EEUU y desde allá mando una carta a puño y letra -práctica que actualmente hemos discontinuado por no creer que la perdimos-. En la carta mandó saludos a todos los del pasaje, les dedicó palabras de cariño y aliento y luego, cuando era mi turno de la afectuosa dedicatoria, solo me dijo una frase: "Al niño negrito que vivía enfrente, espero nunca volverlo a ver" ¡¿Que hice yo?! ¡¿Porqué tanto odio de unos niños de 10-12 años?!

Tras ese episodio busque asesoría, esta vez en mi madre. Me aboque a ella ya que me había dado un consejo para el amor: "Tratá a la niña que te gusta como tu mejor amigo", un consejo muy cierto pero lastimosamente llego a un error !!!FATAL!!!. Pobre niño descontextualizado, el que solía y muchas veces suelo ser.

Un niño de esa edad trata a su mejor amigo como la peor persona del mundo, es en el con quien se aprende a usar las malas palabras, al que le escupís y buscas emplear todo el repertorio de mañas, golpes, trucos que has visto en la tele o que tus primos te han enseñado por buenos, malos o estúpidos que sean. Por tanto -y para no darle largas al asunto- hice exactamente eso con ella. Lo cuál llego a un "espero nunca volverlo a ver" y a pagar otro derecho de piso uno con el amor y con la contextualización -por cierto no los he dejado de pagar-.

En fin uno de los más recientes pagos que hice fue al empezar a trabajar. Que te digan "hayyy niño, es que en el trabajo la cosa es así" "ya no estamos en la U, aquí tiene que ser más chispa no busque inspirarse: haga!". Todas esas frases que me dijeron sirvieron y tienen toda la razón.

En el trabajo llegue como todo joven economista de la UCA que llega a un lugar: Con ganas de cambiarlo todo porque siempre hay una mejor y más ética manera de hacer las cosas. Casi casi que llegue y quería organizarnos en un sindicato para exigir mejores derechos y ofrecer una mejor calidad de trabajo basado eficiencia y productividad a través de la innovación tecnológica pero sin que llegaran a tocar un cinco de nuestro salario.

Esas eran ideas que todavía persigo, pero la experiencia me da contexto. Aprendí que por mucho que quiera innovar y cambiar las cosas no podré a menos que las viva y las conozca de primera mano. ¿cómo cambiar un proceso si no se que es lo que hace bien o mal para el funcionamiento de la empresa?.

La mera observación no siempre es la mejor herramienta para alguien que busque cambiar su realidad. Es experimentando en carne propia cuando de verdad podemos dar nuestra opinión acerca de algo.

Que difícil aprender esto a esta edad y siendo un estudiante de economía que ha vivido planeando la utopía durante 6 años. Es hasta que somos honestos y aceptamos que vivimos en una realidad bastante lejana al origen del problema cuando podemos tomar nuevas decisiones, evaluarnos y seguir adelante con nuestro plan de vida o modificarlo.

Me pica la lengua por hablar en plural pero no se puede, hablo solo por mí -quien se sienta identificado que hable-. Soy una persona del decil más rico de la población, se que hay una gran diferencia entre el centil uno y los 99 restantes -comentario que abunda allá en el #OccupyWallStreet- y se que mientras no vaya al interior del país a convivir y pasar lo mismo de lo que pasan las personas que tienen un ingreso menor a $2 diarios no podré hacer algo para que cambia su realidad de raíz. Ahora entiendo el insulto/comentario de los estudiantes de la UES: "los pequeños burgueses de la UCA". Miremos a todos nuestros políticos que, a pesar de que pueden provenir de las realidades mas humildes -hago incapie en el pueden- ahora están tan lejos de ella en su despacho de la Asamblea o Ministerio que no se acuerda bien cuales son los problemas.

Si quisiéramos resolver el hambre y la pobreza, que venga un pobre y un hambriento y nos diga que necesita. Si nos los cuenta un tercero, por muy científico que sea el análisis e interpretación, el mensaje entra a un filtro y se distorsiona. En fin jugamos al teléfono descompuesto.

El derecho de piso en este caso, lastimosamente no lo pagamos el decil más rico sino los más pobres. Acá equivocarse e ignorar la experiencia de otros no me perjudica sino que perjudica al otro, a aquel al que trato de cambiar la realidad por una mejor.

Soy duro conmigo mismo y me gusta aceptar mis errores porque ocultarlos no me trae nada. Conozco gente demasiado honesta, ética y congruente, que no imitarla sería desvalorizarlos. Psicólogos y psicólogas -en su mayoría- a los que en un momento tache de locos hoy son de mis mejores consejeros -y no porque les pago- ya que son amistades que he construido y me han sensibilizado y hecho entender que la congruencia entre mi mente y mis acciones me darán salud mental y emocional.

Espero que otros no paguen mi derecho de piso en los inicios de la vida laboral y que poco a poco cumpla mi objetivo, llegar, vivir, experimentar, analizar, proponer y mejorar la realidad de otros que sufren día a día las novateces, insensateces, sandeces y barrabasadas de los que vivimos en decil diez.


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