domingo, 21 de abril de 2013

Reflexiones Históricas, Humanas y Metafísicas


Proclamación del Olvidado General Martínez.
Sin duda que les hice daño a muchas personas, nunca fue mi intención. No tengo culpa, tengo la indulgencia de la Iglesia Católica, ¿qué acaso ya no vale nada?

Nadie me recuerda, o al menos no muchos. Seguramente solo aquellos familiares de a quienes hice daño ¿Pero quien más me recuerda? ¡Ni siquiera mi propia clase!  

Para más  veneran a Monterrosa, ¿Y a mí?  Yo fui más que Gerardo Barrios, sin duda fui quien gobernó esta tierra como ningún otro. Nadie se acuerda que purifique esta tierra, nadie se cuestiona las cosas que hice, ni siquiera por joder. Es como que me hubieran olvidado de mí, en la peor manera posible.

Tanto que hice para perpetuarme en la mente de todos y cada uno de los buenos ciudadanos, y sin embargo siguen recordando a revoltosos que perecieron bajo mi mandato: Martí, Luna, Zapata… ¿Quién putas son ellos comparados con lo que yo hice por este país?
Nadie se acuerda de mí, nadie me venera, no sé que hice mal, seguí la forma autoritaria, la mezcle con un estado cafetalero, eliminé una raza, legitimé militarmente a la oligarquía salvadoreña, me congracié con quien pude, corte las manos de los amigos de lo ajeno, cure a mi hijo con pócimas azules, creí en los masajes para los pies y sobretodo nunca robé. Hice todo lo que me dijeron que hiciera y lo que me enseñaron también.

Quisiera que se acordaran de mí. Fui un presidente, un dictador, un estadista, un revolucionario, un progresista, un genocida, un magnicida, sobreviví a dos emboscadas pero al final… me vencieron. Me deslegitimaron, los poderosos, los que de verdad mandan, mis titiriteros. Y convencieron a mi público, los convencieron de que yo no era quien para estar enfrente de ellos, convencieron a los míos a que no aplaudieran, que se quedaran de manos cruzadas, con los brazos caídos y que me exiliaran.

Vaya títere, nadie me vuelve a ver.

Pero saben, no quiero que lo hagan, mi honor militar no me permite rogar ni rezongar. Estoy adonde mi Mayor me diga que este. Estoy guardado en la sociedad salvadoreña sin que se den cuenta. Mis efectos siguen haciendo estragos y no hay quien los enmiende. Me olvidaron a mí y a todos a los que lastime. Vivo en el exilio junto con ellos. Solo yo los oigo gritar, solo a mí me reclaman, solo a mí me joden.  

Cargo con mi cruz en este limbo. Rondo la tierra cuzcatleca sin que nadie me haga caso, pero no voy solo, rondo con estas 32,000 almas que nadie las oye. Ya no aguanto más ¡quiero que se callen! ¡Alguien hágales caso! Creo que después de tanto tiempo solo se van con quien las oye. Atiéndanlas, ya no las aguanto. No se hagan los sordos ante el clamor del pueblo y su sufrimiento. Maldita cruz, malditos titiriteros, malditas almas y maldito yo que las oigo y las oiré por siempre.

No pude más
Ni idea de lo que está pasando. Vine, hable con el vigilante, no quise ser el mismo, le salí alegre y contento. Tan así que le arregle su teléfono. Que bueno encontrarme tan lejos de mi casa, ya no podía estar más ahí, desperdiciándome. No se porque me siento mejor fuera de mi cada que en la misma. Ahí me educaron, ahí crecí y creo que de ahí saldré.

Mi casa es como un árbol y yo como un fruto. Al madurar habré crecido tanto que mi peso me obligará a caer al duro suelo de la realidad. Pero siempre recordaré, que el fruto, a pesar de todo, no cae lejos de su árbol.

Un gusano no dejaba de reírse.
Si hablara de gusanos me pondría en primer lugar. Esto tiene dos razones, la primera es porque yo me conozco a mi mismo, se quien soy, se mis desgracias y sé que no valgo la pena. Segundo, no conozco a nadie más, mi miseria mi egoísmo, mi narcisismo y mi soberbia me alejaron de todos los demás. Al no conocerlos no puedo juzgarlos y no puedo tildarlos de gusanos.

Siempre me ha gustado pensar en el origen de las expresiones. Sé que “gusano” es un calificativo para representar a aquellos que se arrastran por la tierra y la mierda humana y animal. Pero yo si puedo juzgar a un gusano, los veo y los conozco, sin embargo nunca le diría humano a un gusano. Creo que no se lo merece. A la larga, ellos les sirven más al planeta que nosotros los humanos.

-Basta papá, deja de hablar tonterías. Ya tan viejo y lo que se pone a pensar.
-Hija, el viejo sabe lo que habla. No me juzgues por no entender. Me tomó 87 años saber que un gusano es mejor que un humano, que soy el único humano que conozco y que soy el peor gusano que existe.

La mujer se aleja, dejando en su hamaca al ermitaño, mientras contempla como ese gusano no paraba de reírse. 

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